Somos importantes, ¿quién puede dudarlo? Y comienzo así esta columna porque la labor de educadoras, profesores y directivos es clave para cualquier sociedad. ¿Puede haber una tarea más noble y relevante que enseñar a un ser humano a leer, a escribir, a comunicarse, a compartir, a vivir en comunidad y en diversidad?

Claramente esto reafirma el hecho de que los profesionales que han dedicado su quehacer a enseñar son una piedra angular. Y en este mes en que celebramos nuestro día es justo y necesario recordar que todo profesional exitoso, toda persona bien inspirada y de alma noble y generosa tuvo en su vida educadoras y profesores que le enseñaron a ser persona: a adquirir ciertos conocimientos, habilidades y actitudes clave para vivir en sociedad. Por eso es importante reconocer el aporte del gremio docente, tanto en aquellos lugares donde hay un único profesor como en otros en los que hay cinco o más, todos con el mismo objetivo: contribuir a la formación integral de un ser humano, que es, sin duda, la responsabilidad más importante en la vida. 

Vaya nuestro reconocimiento y gratitud para cada educadora, cada profesor y cada directivo, que día a día da lo mejor de sí para educar el cuerpo, la mente y el alma de nuestros niños y niñas; y lo hace con sus manos, con su cabeza y con su corazón.