El 23 de abril de 2012, el príncipe Felipe de Asturias, hoy rey de España, entregó el Premio Cervantes 2011, el galardón más importante de las letras hispanas, a Cristóbal Ugarte, quien representaba a su abuelo Nicanor Parra. En esa ocasión el país entero encendía el televisor para ver el homenaje y reconocimiento al antipoeta.
Fallecido en enero del 2018, a la edad de 103 años, en el Mes del Libro no podemos dejar de recordar la obra del último poeta del Bicentenario de Chile y de la literatura hispanoamericana y quizás el único antipoeta del mundo. En una entrevista realizada en el diario el País el 2011, él declaraba: “Nunca fui el autor de nada porque siempre he pescado cosas que andaban en el aire”.
Faltaron reconocimientos. Vivió sus últimos años en su casa de las Cruces, solitario, con visita de sus cercanos los fines de semana. El país homenajeó a este poeta, matemático, físico y académico, quien provenía de una de las familias más importantes de la cultura de Chile, como son los Parra: Violeta, Lalo, Roberto.
Enseñar a las futuras generaciones de su (anti)poesía será un desafío y una deuda de la educación el leer a un referente obligado a nivel mundial y uno de los cinco grandes de la literatura y poesía de Chile junto con Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Gonzalo Rojas.
Ser el tercer chileno en recibir el premio Cervantes nos hace, en el Mes del Libro, reconocerlo, recordarlo y volver a homenajearlo:
"¿Esperaba este premio?", le preguntan a Parra. "No/ los premios son/ como las Dulcineas del Toboso/ Mientras más pensamos en ellas/ más lejanas/ más sordas/ más enigmáticas. Los premios son para los espíritus libres/ y para los amigos del jurado".